Hoy 22 de septiembre se celebra el día mundial sin coches, una de esas iniciativas que nos debería hacer reflexionar a todos sobre el uso del automóvil en grandes ciudades.
Basta decir que el automóvil es el medio de transporte que más energía consume por persona transportada y kilómetro recorrido, ya sea para tasas de ocupación máximas o tasas de ocupación reales.
Comparativamente con otros medios y referente a las tasas de ocupación reales es casi el doble que el del cercanías y el del metro, y más de cuatro veces que el del autobús.
El automóvil es el medio de transporte más ineficiente, es la causa de sus mayores impactos y de su mayor coste económico, tanto para el usuario como para la sociedad. Es el medio que más energía de tracción consume: cuatro veces más que el autobús para el mismo número de viajeros. Y se sitúa como principal foco emisor y el mayor responsable de la contaminación del aire en las ciudades.
Los automóviles son responsables del 80 E% de emisiones de NO2 debidas al tráfico y del 60 % de emisión de partículas.
Sin olvidar la exposición a la contaminación atmosférica y en los niveles actuales de contaminación, que provoca efectos altamente nocivos sobre la salud de las personas: irritación de ojos, superficies mucosas y pulmones, incrementos en la mortalidad por enfermedades respiratorias y cardiovasculares, pérdida de funcionamiento pulmonar y riesgo de incidencia del cáncer de pulmón, etc.
Pero todo esto no basta para que hoy, como ayer y tal vez como mañana, las carreteras y calles de las ciudades sigan concentrando un número desmesurado de vehículos y atascos kilométricos.
Mientras, las alternativas a su uso no llegan: Mayor infraestructuras en metro y tren, parkings disuasorios, fomento de las energías renovables, campañas de concienciación ciudadana, etc.
Múltiples medidas que se podrían adoptar si hubiera un interés real por mejorar la calidad de vida, del medio ambiente y la salud global del planeta.